Siempre he tenido una atracción por los cementerios, no por un sentido morboso si no mas bien por que encuentro que son un oasis de tranquilidad en las ciudades grandes. Siempre tienen mucha vegetación, grandes arboles y la gente (si la hay) habla en voz baja.
Este domingo fue el Panteón de Dolores y su Rotonda de los Hombres Ilustres, bueno… ahora de las Personas Ilustres; recientemente se le cambió el nombre.
Una sorpresa ver como las tumbas de estas personas guardaban el estilo de la época en que vivieron / murieron y las más divertidas las que tenían que ver con lo que hicieron en vida como la de Carlos Ramírez Ulloa (un rayo eléctrico), Manuel Gómez Morín (una esfera roja) o David Alfaro Siqueiros (una escultura que recuerda a sus muchos murales).
Conocer personajes mexicanos que no nos mencionaron en la escuela como la primer Presidenta del Senado de México, María Lavalle, o emocionarme al ver que Agustín Lara era el único con flores frescas.
Flores… las flores fueron algo que me impresionó, sin tener un número exacto, diría que un 60% de las tumbas tenían flores frescas y muchísimas familiares de “visita” en ese momento.
Me gusta como los mexicanos tratamos con la muerte. Había gente limpiando tumbas antiguas y familias haciendo el día de campo con sus abuelos y bisabuelos.